"Pero si hubo un lugar en donde el blues fue cien por ciento puro ese fue Blues Special Club, en la avenida Almirante Brown frente al Parque Lezama. Justamente uno de los grandes promotores del blues fue el multifacético Adrián Flores, dueño del emblemático bar. “Flores fue un poco el mentor de que surjan chicos como Esteban García, Miguel “Chuky” De Ipola, el pianista que hoy toca con Los Piojos”, afirma Gaitán. En tanto Tordó agrega que Flores fue no solo el primer baterista de La Mississippi, sino uno de sus fundadores. Además del local, Flores tuvo un programa de radio, una disquería especializada y editó la primera revista de blues. "
Nacido Bajo Un Mal Signo
El blues comenzó con nombre propio, se desperdigó a falta de referentes y revivió. Voces autorizadas explican el porqué de un fenómeno mundial que nunca pudo asentarse de manera definitiva en Argentina.
La historia del blues en Argentina puede llevar y traer muchísimos nombres. Algunos importantes, otros desconocidos para la mayoría, emblemas y marcas registradas, pero hay uno que sobresale del resto: Javier Martínez, el pionero, el que marcó el rumbo, el que dijo: “Esto es blues en castellano y así se toca”
“Él es el responsable del blues local”, afirma con orgullo Ricardo Tapia, cantante de La Mississippi. Y agrega, “Él le puso al blues, a parte de la voz, toda una temática que, me parece, arrancó ya muy arriba. No se volvió a tocar eso después. Se esquivó toda la parte interesante, filosófica del blues. Y él le puso como una metafísica”.
Manal, grupo en el que Martínez mostró sus dotes en la batería, arrancó cuando Jorge Álvarez inauguró el sello Mandioca en 1968, editando el primer sencillo “Que pena me das” / “Para ser un hombre más”. Las primeras presentaciones tuvieron lugar en la sala Apolo (donde funcionó más tarde el cine Lorange) y su consagración llegó en el Festival Pinap, organizado a fines de 1969.
Un año antes Pappo grabó con los primeros Abuelos de la Nada el blues “La Estación”, de su autoría. Y en 1971 le dio nacimiento a una de las bandas que sería la columna vertebral, y fuente de inspiración para muchos roqueros nacionales del género a lo largo de tres décadas: Pappo´s Blues. Con el tiempo el grupo sufrió constantes cambios en su alineación y varios personajes intentaron darle una vuelta sin resultado concreto.
Es ese tiempo, la actriz y bailarina Carolina María Fasulo comienza su carrera como cantante bajo el seudónimo de Carola. Su único álbum solista fue grabado junto a su marido Carlos Cutaia, en 1974. Sin dudas, llamó la atención por ser una de las primeras mujeres en cantar blues en nuestro país y su tema más conocido fue "María corazón".
El periodista Alfredo Rosso recuerda que, además de Carola, “la pionera en el tema fue Claudia Puyó. También supo cantar blues Celeste Carballo, pero ya estamos hablando de fines de los 70s y principios de los 80s”.
También es imprescindible hablar de un eslabón perdido: La Banda del Paraíso. En ella tocaron Black Amaya, gente de La Cofradía, Daniel Manzini, Rubén de León y hasta Claudio Gabis, quien tocó el sitar en el disco “La banda del Paraíso” (1974).
Pero hay más. Rosso afirma que hubo “un grupo llamado Cisco Kid, que hacían blues y rock and roll y que grabaron un single en RCA con el tema ‘Aunque no quieras saber de mí’, un blues impresionante”. Y a su vez marca como gran referente al “Blusero León, que solía tocar con Pajarito Zaguri en un grupo que, si no recuerdo mal, se llamaba Bluesbanda”.
Otro músico destacado de esta época fue el pianista Ciro Fogliatta. “Ciro siempre se las arregló para tocar blues, dentro y fuera de bandas como Sacramento, Polifemo y Nito y los Desconocidos de Siempre. O al menos tocar con una actitud blusera”, sentencia el periodista.
En los ochenta, la escena argentina del blues fue bastante rica en cuanto a la calidad de los músicos, pero muy pobre en cuanto a su difusión.
En principio hay que recordar la malograda reunión de Manal en el año 1981, que Juan Carlos Tordó, baterista y manager de La Mississippi, recuerda de manera categórica: “Un show de Manal, un Obras, un intento de reunión. Hola y adiós”.
Pappo, el bluesmen argentino por excelencia en 1980 armó Riff, donde desarrolló un rock más pesado, y se alejó del circuito blusero hasta fin de la década.
El otro gran exponente de los ritmos del Delta del Mississippi fue Miguel Botafogo quien recién en 1984, luego de vivir siete años en Madrid, retornó a nuestra tierra para al año siguiente conformar Durazno de Gala. Con esta banda realizó tres grabaciones inéditas entre los años 1987 y 1989, que vieron la luz en el compilado bautizado “Piratas”.
Pero no solo se trató de blues. “Si bien yo soy un guitarrista de blues, mis discos son híbridos. Mi blues no es purista, yo lo mezclo con la cuestión mía, que está altamente influenciada por el rock argentino. Mi ídolo era Pappo y él era un violero que tocaba heavy rock, rock y blues. Yo vengo de ese palo, yo no nací ni en Chicago ni escuchando a Muddy Waters, después si conocí el blues afroamericano y el blues norteamericano”, sentencia Botafogo.
Memphis La Blusera debutó el 5 de mayo de 1978 en el teatro Unione e Benevolenza. Ese día no estaba quien luego sería su cantante, Adrián Otero. En 1982 sacaron su primer álbum llamado “Alma bajo la lluvia”, del cual es el clásico “Blues de las 6 y 30”. Desde ese momento hasta comienzos de la década siguiente, Memphis sacaría dos placas más y se dedicaría a tocar, tanto en Capital Federal y Buenos Aires, como en el interior del país en una gira por la Patagonia.
Alguna vez Alejandro Medina afirmó que los ochenta fueron “la década del hambre para los músicos de blues”. Pero siempre hubo algunos satélites como los que recuerda Botafogo: “El Negro Vargas tenía una banda que se llamaba Corina, en la que tocaba Semilla Bucciarelli”. Y continua: “Cristina Aguayo (madre de Las Blacanblus) cantaba cuando vine en el ´84, blues y gospel. Algo que continua haciendo en la actualidad”.
Casualidad o no, en los noventa fue nuevamente Pappo quien puso la piedra angular para el renacimiento del blues, grabando con Alejandro Medina y Javier Martínez (dos tercios de Manal) “Blues local”, editado en 1992. A través del exitoso “Mi vieja”, dio impulso a bandas que venían del under como la que en ese momento se llamaba La Mississippi Blues Band, que ya había editado un año antes su primer LP “Mbugi (Endiabladamente bueno)”. En estaba banda militaba por ese entonces otro gran referente de la armónica: Luis Robinson.
“Los 90 fueron una época de oro para el blues. A partir de 1994 se empezó a organizar el Alligator Festival, en el cual tocaron bluseros internacionales de la talla de B.B. King, Albert King, Buddy Guy y Albert Collins”, afirma con conocimiento de causa el armonicista Rubén Gaitán.
Otras que participaron de ese genial disco de La Mississippi, como coristas, fueron Las Blacanblus, quienes luego editarían en 1994 “Cuatro mujeres y un maldito piano”, que las instalaría con gran prestigio y popularidad en la escena del blues local. Otros que luego de peregrinar un largo trecho conseguirían tener más cartel es Memphis La Blusera, con “La Bifurcada”, en la versión en directo del disco “Memphis en vivo”, de 1994.
A raíz de este renacimiento del blues podemos afirmar que en Argentina se instala un circuito consolidado de reductos bluseros, donde se juntaban a tocar y a zapar. Con orgullo recuerda Gaitán: “Bety Blues, un pub en Cabildo y Blanco Encalada, en la galería Río de Janeiro. Trabajé todos los jueves y los domingos desde 1995 hasta 1999 haciendo zapadas; se llenaba de gente. También estaba Azteca sobre Ciudad de la Paz”. Otros lugares que albergaron a muchos bluseros nacionales e internacionales, fueron el Samovar de Rasputín, en la Boca; y Oliverio Always.
Rememora con nostalgia Tordó: “Oliverio era un lugar donde se tocaba blues, casa matriz de La Mississipi, en Paraná casi Sarmiento. Era un sótano con una sola salida, allí tocamos con Albert Collins en el ´96”.
Pero si hubo un lugar en donde el blues fue cien por ciento puro ese fue Blues Special Club, en la avenida Almirante Brown frente al Parque Lezama. Justamente uno de los grandes promotores del blues fue el multifacético Adrián Flores, dueño del emblemático bar. “Flores fue un poco el mentor de que surjan chicos como Esteban García, Miguel “Chuky” De Ipola, el pianista que hoy toca con Los Piojos”, afirma Gaitán. En tanto Tordó agrega que Flores fue no solo el primer baterista de La Mississippi, sino uno de sus fundadores. Además del local, Flores tuvo un programa de radio, una disquería especializada y editó la primera revista de blues.
Estos años vieron pasar, también, a distintos músicos que acompañaron este esplendor ya sea en banda o de forma solista. Cabe recordar a Daniel “Pollo” Raffo que realizó ciclos junto al gran guitarrista Daniel “Alambre” González. Compartió escenario con Walter Malossetti y Ricardo Pellican. También “Honner” (fabricantes de armónicas) realizó varios festivales de este instrumento. En dónde tocaron Adrián Jiménez, Walter Gandini y el Chino Matsunaka, entre otros.
En la actualidad el blues perdió eso que consiguió en los 90: una escena consolidada. Hoy encontramos diseminadas a muchas bandas y solistas sin tener un empuje desde los medios y discográficas. Todos coinciden en que “La música negra es la menos comercial de todas”. Pero así y todo se pueden destacar algunos por sobre el resto, ya sea por su calidad o trayectoria, como Black Amaya Quinteto, Ciro Fogliatta o Miguel “Botafogo” Vilanova.
Juan Carlos Tordó, quizá esperanzado, cree que “hay modas y cada diez o quince años la gente redescubre cosas. El blues es uno de los ritmos padres o master de donde crecen varios estilos, cada tanto renace nuevamente”. En la misma vereda del sol Alfredo Rosso hace una comparación mitológica: “Yo creo que el blues nunca morirá, siempre va a renacer como el mítico Ave Fénix. Sólo que, como todos los estilos, tiene sus épocas de mayor o menor popularidad masiva”.
TXT: Emiliano Bezus Espinosa
Gastón Magallanes
Ilustracion: Raul Sanabria
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